La infusión es un gesto delicado, casi meditativo
Al verter agua caliente sobre hojas y flores, la planta se abre sin resistencia y comparte sus compuestos más sutiles.
El calor, suave y contenido, despierta aromas, aceites esenciales y principios volátiles que se liberan en silencio.
Es un proceso de calma y escucha, donde el tiempo de reposo permite que la esencia fluya de manera natural, respetando la fragilidad y la energía vital de cada planta.